Cuando empecé a dibujar en estos cuadernos, estábamos en los primeros compases del Plan Especial de Protección del barrio de El Cabanyal. Para mí, tan importante como sentarme delante del ordenador a producir planos, era salir a la calle a mirar, a dibujar, a charlar con la gente, a tratar de entender.
Esto me era muy útil. Porque cuando intentas reconstruir en tu mente lo que ves, a base de tomar apuntes en una hoja de papel en blanco, interiorizas tu entorno de una manera muy intensa.
Y lo mejor de todo es lo que pasa mientras dibujas: te paran, te preguntan, entablas conversaciones, preguntas tú, dudas, reflexionas… Empiezas a llenar de personas tu particular mapa mental del lugar. Todo aquello que no existe en la pantalla del ordenador, aquí te desborda.
Pasados ya unos cuantos meses de aquello, fuera del Plan y del barrio, me ha dado por revisar con calma algunos de esos dibujos, que son los que se van mostrando por aquí.
Recuerdo que a veces los miraba para tener muy presente lo que no salía en los planos y a aquellas personas que no estaban en las reuniones. También lo difícil que era incorporar dichas ausencias a los instrumentos propios de la urbanística y de la arquitectura. A veces porque no sabíamos cómo, otras porque no nos dejaban.
La mayoría de las veces, cuando intentábamos añadir mucha de la información que te proporcionaba la vivencia cotidiana, se producían cortocircuitos.
Quizás, para ensanchar el campo de acción de esas herramientas urbanísticas se necesitaba otro contexto: otros tiempos, otros recursos, otros métodos, más debate, otras predisposiciones, espacio para el “prueba y error”…, muchas cosas de las que no se disponía.
Desde una cierta distancia, miro ahora los dibujos y me asaltan las experiencias convertidas en recuerdos. Algo que no me pasa mirando planos. Y entonces se me ocurren también algunas preguntas: ¿cómo va la urbanística a responder a los problemas de la gente, si ni siquiera posee herramientas adecuadas para captar sus vivencias y conflictos cotidianos? ¿a qué problemas responde? ¿para quién lo hace?
En fin, de este batiburrillo mental sólo saco en claro que un paseo y un dibujo nunca están de más.
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